Horizonte
nulo
Hay sombras
más fuertes que la oscuridad misma.
Sombras que
atajan la luz sin unas manos,
que no se
dejan mirar, pero que son las tumbas afligidas
y heridas
que el corazón contiene:
un
horizonte nulo que la traición concibe,
un espacio
sin rostro donde en la espalda
un dolor
nos clava una infamia,
una daga de
furia y de muerte,
la pica que
otrora el hombro nos diera
y hoy
conjura con rabia y vehemencia.
Y el
corazón ya no siente, ya no da la cara.
Son heridas
profundas de ira y de saña,
sombras que
ciegan cual alobadas miradas,
o de hienas
que incrustaron su risa
para
atravesarla en la carne y ya no sacarla.
Un
horizonte nulo donde se aborda la nada,
donde se
entoldan los ojos
por alguien
que nos traicionó las manos;
un espacio
que no tiene faz ni apariencia,
y se expresa en la
oscuridad más sensible del alma.